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Mi animal de estimación y yo
Mi animal de estimación llegó a mi casa de forma inesperada. Estaba cuidando las flores de mi jardín cuando de repente ví a un conejo en medio a ellas. Me llevé un susto y pensé en salir pitando de allí, pero luego me quedé más calma al percibir sus ojitos brillando para mí. ¡Inmediatamente me pasó la idea de cuidarlo también!. Lo cogí en mis brazos y entramos en casa. Le dí una zanahoria y él la comió desperadamente, como si estuviera sin comer hace muchos días. Después se acostó en la almohada que le preparé y percibí que él andaba de capa caída. Empezé a acariciarlo y luego se quedó más feliz. Al ver el conejito, mi mamá, que todavía vive en los tiempos de Maricastaña, se puso en jarras pero poco a poco aceptó la idea de tener un animal en casa. Desde entonces, mi conejo es la cosa más importante de mi vida. Lo echo de menos siempre que me voy a la escuela y tengo que dejarlo en casa. ¡Yo no sé más vivir sin él!...
3 comentarios:
¡Hola Andréa!!
¡Que graciosa su historia!
Me gustó muchissímo!
Besos
¡Hola Déa!
¡Qué buena historia!
Y el conejo es gracioso.
"ví" observa la conjugación del verbo, te acuredas que los monosílabos no llevan tilde."dí" observa esta palabra.
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